top of page

Una Aflicción Imperial, De Acuerdo a Nathaly: Primera Parte

 

Una Aflicción Imperial, De Acuerdo a Nathaly

 

Parte I

            Hace unos días tuve la grata oportunidad de ver la conmovedora película “The Fault In Our Stars,” traducida al español como “Bajo La Misma Estrella.” Recuerdo que la protagonista principal, Hazel Grace, estaba pasando por un corto período de depresión al principio de la película, el cual se iba haciendo más y más notorio a sus padres por su obstinación y obsesión de leer una y otra vez su libro favorito, Una Aflicción Imperial. El título del libro me pareció comiquísimo por el hecho de que me parecía chistoso y cruel el mirar a alguien en depresión leyendo un libro que emanaba vibra de, “si eres masoquista léeme, y no solo una vez, sino veinte. Ya verás que bien se sentirá después de sentirte mal.” Sabiendo que uno esta bajonado, ¡Quién en su sano juicio se metería con un libro así! Pero bueno, dejando algunos detalles extras aun lado, mientras avanza la película te darás cuenta que la protagonista tiene, más que nostálgica o triste, una simpática y curiosa empatía por la historia triste del libro, lo que la lleva a Ámsterdam a conocer al MARAVILLOSO autor de Una Aflicción Imperial, Van Houten. Y para esos que ya vieron la película, sabrán porque rayos ese maravilloso esta en letras mayúsculas. Para aquellos que no, bueno, digamos que el autor es simplemente maravilloso y ya. Después de tener una agradable y tan deseada platica con este señor, este mismo me obsequio unas frases que llamaron mucho, muchísimo mi atención. Como la siguiente:

Van Houten

“Así que Zeno es famoso por su paradoja de la Tortuga. Imaginemos que estás en una Carrera con una Tortuga. La Tortuga tiene una ventaja de diez metros. En el tiempo que te lleva correr diez metros, la Tortuga se ha movido tal vez un metro. Y luego en el tiempo que tardas en compensar esa distancia la Tortuga va un poco más lejos y así siempre. Tú eres más rápido que la tortuga, pero nunca puedes atraparla, sólo puedes disminuir su ventaja…por su puesto, acabas pasando corriendo la tortuga sin considerar los mecanismos involucrados, pero la pregunta de cómo es capaz de hacer eso resulta muy complicada y en realidad nadie la resolvió hasta que Cantor nos mostró que algunos infinitos son mayores que otros infinitos”.

Y la siguiente, también por Van Houten:

“…esa novela se compone de arañazos de una página, querida. Los personajes que habitan no tienen vida fuera de las líneas. ¿Qué pasa con ellos? Todos dejan de existir en el momento en el que se termina la novela”.

La primera idea cobra un significado muy abstracto, mientras la segunda, si la leemos de manera directa, tiene mucho sentido. Obviamente, cuando se acaba la novela, no es como si de manera fantasiosa los personajes cobraran vida en una dimensión externa a la nuestra y siguieran con sus propias vidas, sus propias historias. La mente de Hazel, sin embargo, tiene una necesidad de saber cómo los personajes retoman su vida, de la misma manera en que tal vez algún día, sus padres tengan que hacerlo en su propia historia. Si no, porque pedir desesperadamente una secuela sino para satisfacer la necesidad de paz de saber que pasará, una necesidad que solo este autor podría comprender, y por ende, ofrecerle.

Pero bueno, antes de que esto se vuelva una reseña literaria, la razón por la que he elegido este pasaje en particular, es porque creo firmemente que representa la perspectiva de alguien que, desafortunadamente, sufre de depresión. Sí, yo, yo mismita. Y uso la paradoja que Houten utilizó para destruir lentamente el sueño de Hazel — ¡hey, si no quieren otro spoiler, vallan y vean la película, vale más que la pena su tiempo!—porque es fácil identificar lo que es sentir depresión con esa tortuga, la que por alguna razón no se puede alcanzar…detener.

Verán, tener depresión no tiene nada de fácil, y es por lo siguiente. En primera, muchas veces a esa tormenta se le apetece presentarse cuando se le da la gana, pero como todo un meteorólogo experto de televisión, ya tienes una idea de cuando vendrá a acechar tu costa por los colores más y un poco más caóticos que se forman en la pantalla de tu continente. Es como un tigre al acecho, un tigre dentro de tu mente, una clase de tigre Doppelgänger que te conoce, que se ve como tú, pero que solo carga lo peor de ti. Planea morderte con toda esa crueldad de no saber porque se le antojó morder, más lo hace con una clase de masoquismo romántico a sentir el apretón de la mordida. Se siente real. Hablen con cualquiera que haya experimentado algo así, comprenderán que no es tan abstracto como esa Súper Tortuga de nuestra querida paradoja.

Como la tortuga, la depresión nunca se puede alcanzar, y por alcanzar digo pues, dominar, tomar de la garganta y sostenerla para así desaparecerla. No. Dentro de su manera tan lenta y pasiva de caminar hacia adelante, a la depresión la puedes corretear, pero siempre tendrá un paso más adelante que tú. Apenas empezada, tiene diez metros de ventaja, y entre mas no te des cuenta y no identifiques su presencia en ti, pronto serán, no diez, sino 20, 50, 60…100. En cambio, cuando te das cuenta que hay algo dentro de ti, que simplemente no se siente “tuyo,” es cuando en verdad inicia la batalla, y el respiro. El saber identificar que lo que pasa no eres tú, sino algo que creció dentro de ti y que ahora tiene voluntad propia, nos da la primera herramienta para empezar a achicar el espacio entre uno mismo, y esa mendiga tortuga. El espacio será de al menos, 0.5 mm, pero no podrás alcanzar a esa tortuga. Hey! por más extraño que suene, para una persona que ha cultivado algo así inconscientemente dentro de sí, esto resulta ser algo beneficioso, incluso poderoso.

El simple hecho de padecer, realmente padecer de un síndrome, no compulsivo, ese no es mi caso, obsesivo-ansioso—que por ende termina en depresión—demanda satisfacer muchas partes de mi vida, lo cual es torturantemente y sensiblemente exigente, pero también grandemente provechoso. Me tomó llegar hasta este punto de mi vida, reconocerlo. Pero el viaje aún no termina.  De esta manera, en vez de quedarme estancada en una insatisfacción insegura y terca, giré la moneda y empecé aplicar esta exigencia y vacío, como tal vez saben, a mi escuela. Me he topado con personas que me han dicho lo mismo, “somos muy exigentes con los demás, y por eso mismo con nosotros.” Esta exigencia puede ser algo mala si al momento de sentarnos a descansar surge este sentimiento de incomodidad por sentirnos inservibles, flojos, desgastantes de un tiempo que se podría estar utilizando para algo productivo—me pasa seguido, no tanto, porque he tenido que aprender a parar ese pensamiento, pero sí. Oh! puede ser algo bueno si al momento de estudiar o dedicarnos a un proyecto, a aprender algo, surge este disfrute por estar haciendo algo que consideramos importante, y por ello nos entregamos a ello, 100%, como la escuela, o el trabajo, proyectos personales—es dar siempre un extra. Y es que esa urgencia surge del sentir que esa ingenua tortuga, ese no sé, siempre está un pie más adelante que nosotros, y por esto siempre tenemos que estar corriendo, ganando ventaja sobre ello. Dependiendo de ti, esto puede ya sea causar inseguridad o confianza total en lo que uno hace. Inconscientemente, así es para mí. Pero bueno, dejando eso en claro, hace unos días tuve una conversación con un amigo que me hizo “pinear”—o bueno mejor dicho ¿enclavijar?—alguna de las pequeñas idiosincrasias que la depresión le ofrece al anfitrión que es uno mismo.

 

Continuará...

 

© 2014 by Las Hojas Vuelan & Deslizan. Proudly created with Wix.com

bottom of page