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El Derecho de Hombre

por Rodolfo Lerma Contreras

 

El Derecho de Hombre

 

Hace poco se me hizo, una pregunta que nunca antes había pensado,

o al menos no de forma abierta,

“cuál es el Derecho de Hombre?”

Una pregunta complicada,

simple, extensa, directa, pero la respuesta no vino a mi inmediatamente como suele suceder,

ella llego a mi en un instante, en un momento, de esos en los que tiempo para,

de esos en los que los matemáticos se dan cuenta la física de su medio, en los que el pintor percata de lo revelador de su entorno, de su contexto

Este momento llego al ver un hombre con un sonrisa cuando llevaba a sus hijas a la escuela en su bicicleta.

Vino al ver a un hombre tomado de la mano de su esposa con su hija en su espalda, dando pasos firmes, alegres, seguros. Vino al ver un hombre sentado solo, pero no sin compañía, con una mirada que reflejaba su tristeza, su soledad.

Vino al ver como un hombre abría la puerta de su amada,

y ella

con un simple detalle, sabiendo que es un acto que ella merece, regreso un gesto de gratitud por medio con una sonrisa sincera, hermosa.

La respuesta vino a mí al ver a un hombre con cara de preocupación esperando en la sala del doctor, con sus brazos alrededor de su pequeño como protegiéndolo con su ser, a un lado de su esposa, mirándola, como diciendo “todo saldrá bien”, “no permitiré que nada pase”, “los protegeré”.

Entonces reaccione, entonces la respuesta vino a mí. Nacimos para pelear, para conquistar, para esforzarnos, así nos creó nuestro amante eterno, el único Dios, esto es parte de Nuestro Derecho de Hombre. Nacimos valientes, con propósito, determinados, pero con un lado vulnerable, tierno, bello, inocente que solo merece ser visto, cuidado, contemplado por aquella Dama, por aquella Princesa que sea capaz de notarlo, de amarlo, de aceptarlo, de desearlo, solo por aquella persona como la mujer que me acompaña hoy, la mujer que ocupa mi mente a cada instante, que deleita y satisface mi alma más allá de lo que imagine alguna vez y llena mi corazón.

 

 

Este es Nuestro Derecho de Hombre.

 

Enloquecemos, sufrimos, reímos.

Cada día enfrentamos una batalla donde el mundo y sus estándares pasados nos indican que no podemos dudar, que no debemos llorar/sufrir, que tenemos que avanzar implacables, osados, pero el detenernos un momento a pensar… a sentir, el derramar lágrimas, el buscar ese apoyo de aquella persona que te infunde alegría, firmeza, determinación, así como lo he encontrado yo con la hermosa mujer que Dios y solo Él pudo poner en mi camino,

ese es nuestro Derecho de Hombre.

Amamos, y como nuestro derecho indica queremos ser amados con la misma intensidad.

El Derecho a esta Utopía,

la Utopía de un mundo pequeño,

un mundo de dos,

que luego se convertirá en un mundo de 3, de 4, de 5.

La Utopía de un Mundo Perfecto, donde la mujer que amo, me amara más y más cada día, donde ella estará pensando en mí con tanta intensidad que podría escuchar sus pensamientos desde mi posición actual, a 1000 años luz de distancia, a un segundo, un centímetro.

A la Utopía donde

Ella cerrara sus ojos solo viéndome a mi y al abrirlos su mirada solo en mi se posara.

A la Utopía donde Ella, esta tan mencionada Dama, tan deseada princesa me amaría más cada día, desesperaría con locura al no saber de mí, correría a mis brazos como si su especialidad fuesen los cien metros planos cada vez que me viera.

A la Utopía donde Ella soñaría mis sueños y yo los de Ella, donde Ella me amaría con la misma intensidad, vehemencia, coherencia, locura, pasión, fuego con el que la amo Yo.

El Derecho de esta Utopía que solo existen en los desvaríos de una mente insana, en los pensamientos del que está perdido en la inmensidad del Universo, en los sueños del que sufre durmiendo sabiendo que tendrá que despertar, en la locura del enamorado, en la mente perfecta del niño expectante, en la pasión del que extraña a esa parte de sí mismo, a su amada.

Esta Utopía es nuestro derecho de Hombre.

El Derecho de dar y recibir, de recibir el asombro, las lágrimas de gozo de esa Dama, de esa Bella Persona, que aun sabiendo que yo haré más cada día por ella, que aun sabiendo que Ella lo merece, que aun conociendo que mi amor por Ella crecerá cada momento, que aun entendiendo que Ella es un regalo divino, y que debe ser tratada como Princesa, que aun comprendiendo su lugar y su valor que aun así decide no dejar de sorprenderse, que aun así decide darse con la misma intensidad con la que se le es dado

Ese es nuestro Derecho, Derecho de Hombre El Derecho de ser como niños solo en sus brazos, de encontrar y ser encontrado, de tomar de la mano y ser tomado también, de dar canciones y recibir poemas, de admirar y ser admirados, de soñar y ser soñados, de desear y ser deseados, de cuidar y ser cuidados, de volar y no volar solos, de al final de cuentas de Amar y ser amados, con todo el poder de estas palabras

 

Este es nuestro Derecho de Hombre.

 

Rodolfo L. Contreras

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