


Las Hojas
Vuelan & Deslizan

3.11.12
Una Epifanía En El Aire
por Nathaly Muñoz
Caminé por la catedral con el sol destellando las campanas, que con su imponente estruendo, abazaban los rincones del centro de la ciudad. Al entrar al tal barroco monumento, callé mis pensamientos, y admiré los candelabros de cristal que con luces españolas iluminaban el lugar. "La santidad, una cosa tan misteriosa y tan buscada por todas las caras que llacen en los asientos de la iglesia", miro y observo--callo en silencio. Cierro los ojos y empiezo a orar. Si hay salvación, que todas estas caras que veo yo sonrían entonces, como hermanos abrazarse y con brazos honestos los unos a los otros. Sonrío. Empiezo conmigo. Me siento completa. La misa termina y decido salir. El viento sopla fresco, y el día es cálido para los huesos--me invita a un paseo. Decidí descansar por un momento bajo los escalones de la catedral. Alimenté las palomas, todas iguales con ese vulgar gris, excepto por una--blanca, tan limpia con la nieve de las montañas. Levanté la vista, y vi el kiosko detras de la estatua del fundador. Las ramas de los pinos hacían ver que tal lugar pareciera de ceunto--tan místico y cautivador.
Y pensé, mas bien, le visualizé, una imagen que podría hacer de este aun mas mi visión sentirse perfecta. Las nubes con el sol, la flor con el ave, la abeja deleitandose sobre el azúcar derramada sobre la banqueta--la mano, sostenida de la mano de su pareja. Cual si fuera real.
Suspiro.
"Algun día," me digo, como si fuera esta la primera vez. Terminé de comer aperitivo que compré en la esquina de la iglesia, y emprendo el camino nuevamente, agarrando con mi mano, solamente el roze del aire y el murmullo de la sonrisa de la luz del día.
"Algun día."